Marqués de Murrieta



 

Vicente Cebrián Sagarriga, conde de Creixell, adquirió la bodega en 1983 y se convirtió en el principal artífice de que traspasara fronteras y consolidara la presencia de sus vinos en el mercado internacional.

 

Marqués de Murrieta es una de las bodegas españolas con más historia. Sus orígenes datan de 1852 cuando Luciano de Murrieta inició el comercio de sus vinos en el nuevo mundo. Hoy, 150 años después, la impresionante finca Ygay parece insensible al paso del tiempo, pero nada más lejos de la realidad. En la actualidad, Vicente D. Cebrián-Sagarriga, actual Conde de Creixell, gestiona la bodega junto con su hermana Cristina y un equipo joven y cualificado que ha sabido mantener el equilibrio entre tradición y modernidad, situando a Marqués de Murrieta en una privilegiada posición entre los vinos de Rioja.

La singularidad y calidad de los vinos de Marqués de Murrieta reside en gran medida en la exclusividad de su Finca Ygay, un total de 300 hectáreas de viñedo propio, situadas al sur de la subzona de la Rioja Alta. El Castillo de Ygay, la bodega original, fue erigido a mediados del siglo XIX en los terrenos de la misma finca, siguiendo el concepto de los châteaux de Burdeos, y hoy forma parte de un espectacular conjunto de edificios, minuciosamente restaurados a lo largo de ocho años. La nueva bodega fue reinaugurada en otoño de 2014 y deja admirados a todos quienes la visitan, no sólo por su belleza arquitectónica: Marqués de Murrieta es uno de los edificios industriales más antiguos de Europa y alberga en su interior una valiosísima documentación sobre los orígenes del vino de Rioja, además de la más extensa colección privada de botellas históricas del mundo.

En la D.O. Rías Baixas, la familia cuenta también desde 1511 con el Pazo de Barrantes, un majestuoso edificio junto a 12 hectáreas de viñedo de uva albariño a orillas del río Umia. Pensada para una producción limitada y de máxima calidad, la bodega está dotada con la mejor tecnología del momento y elabora sus albariños insistiendo en el espíritu de la bodega riojana, controlando en todo momento el viñedo en cuanto a su conducción, poda, rendimientos o determinación del momento idóneo de vendimia.